CROACIA, DE VUELTA (6). Si vas a Primosten, puedes
hacer lo que nosotros y trepar como el pueblo colina arriba, hasta alcanzar la
cumbre, en cuyo borde se detienen las casas. Siéntate en un banco de los que
hay en esa cima, al abrigo de la sombra de un árbol, donde la soledad calla y
la mirada se expande sobre un mar bien abastecido de islas, que no conoce de horizontes. Entre tú y esa
inmensidad azul, lápidas de tumbas excavadas en tierra trazan un arco en torno
a la iglesia que queda a tus espaldas. El tiempo se volverá nada, como un vacío
que te ensimismara. Y de no ser por las campanadas que marcan las horas, pensarías
vivir instalado en una placentera eternidad.
Gracias J. M.: La lectura del texto te envuelve como un todo que te ensimismara, y que, mientras no te reclamen las obligaciones del día a día, te permite disfrutar de unos momentos de placentera realidad.
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