domingo, 2 de septiembre de 2012


CROACIA, DE VUELTA (y 7). No quisiera poner punto final a esta serie sin anunciar que existe la ciudad de Trogir. Está ahí, en la costa adriática, en el solar de una isla diminuta, entre la tierra continental y otra isla, con las que mantiene como único asidero sendos puentes, que vuelan sobre estrechos canales.
   En el escaso kilómetro cuadrado que ocupa, despliega su encanto y nos emboba los sentidos. Resulta difícil cerrar la boca en su interior, porque a un pasmo sucede otro. Es toda ella casco antiguo que hace de la piedra  arte y habla de historia. Si no hay un palacio, hay una iglesia; donde no se ve una fortaleza o un lienzo de muralla, se levanta una catedral o el edificio de una logia, y  todo ello componiendo una auténtica sinfonía de estilos.
   Mientras nos sumamos a la muchedumbre que colma sus callecitas y sus pasadizos  o se expande por sus plazas, sale del recinto amurallado y da, más allá de un paseo de palmeras, en el puerto, me pregunto si no habrá en Croacia una villa normal, de las corrientes, que no destaque por nada. Si la hay, desde luego esta no es.

1 comentario:

  1. Hermosamente evocadoras tus impresiones de Croacia. Casi he sentido la brisa del Adriático desordenándome el pelo. No sabía que Dubrovnik fuese tan oriental...voy a tener que agenciarme las Mil y una noche, pero ya: veo que tú lo llevabas en la maleta. Un buen momento para empezar un blog: ¡enhorabuena!

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