miércoles, 5 de septiembre de 2012


DESPEDIDA A LOS ESTUDIANTES DE 2º DE BACHILLERATO EN SU FIESTA DE GRADUACIÓN

Me habéis encargado despediros, a mí, que también digo adiós al instituto. No es tarea fácil. Nunca lo es. Nos hemos visto las caras demasiadas mañanas, y todo un mundo de afectos ha ido colándose entre las tareas académicas. Os hemos enseñado lo que nos habéis dejado, pero también hemos aprendido a quereros, y os vamos a echar de menos, lo sabéis. Yo, con mayor motivo, porque sois, habéis sido, mis últimos alumnos.
   Pero hablemos de vosotros, de vosotras. Aun sin activar la memoria, todavía podéis veros cuando llegasteis al instituto. No hay más que echar una mirada al patio en los recreos para asistir a lo que erais y lo que sois. Los niños que fuisteis, corriendo descontrolados, sin darse un tiempo para el reposo, en confusa gritería. Vosotros, sentados en el suelo o en las aceras, templados, más contenidos, conversando de vuestras cosas u observándolos, sin aprobar su proceder corretón y deslenguado.
    Y es que os habéis hecho mayores, y no solo en envergadura. Algo habéis aprendido, algo más sabios seréis que cuando llegasteis, quizás incluso alguno escriba sin faltas de ortografía. Habéis conocido durante estos años experiencias nuevas, entablasteis amistades entrañables, disfrutasteis tal vez del primer amor… El instituto nunca se olvida, ya veréis.
   Claro que vosotros no pensáis en este momento en lo que fue, sino en lo que está por venir.
  ¿Sabéis a qué me recordáis ahora? Pues a las cigüeñas. No lo digo porque hayáis crecido demasiado deprisa y ofrezcáis una apariencia desgalichada, ni tampoco porque casi nunca cerréis el pico. Cuando yo vivía en Plasencia, a menudo levantaba los ojos cansados de los exámenes y se me iba la mirada a las torres de un palacio que había frente a mi balcón. Allí habían dispuesto sus nidos las cigüeñas. Cuando los pollos se volvían volanderos, hacían ejercicios, preparando sus alas. Y un buen día, se lanzaban al vacío, dispuestos a anchear su universo.
   Como a ellas, también a vosotros os aguarda el mundo ahí fuera. Como ellas, vais a sentir el vértigo del vuelo, esa sensación que trae consigo la libertad. Como os diría María José, vuestra profesora de Filosofía, no olvidéis en ese futuro que os aguarda a vuestra amiga Hanna Arend y su invitación a que penséis y actuéis por vosotros mismos, para poder ser libres.
   Volad, pues que os han dado alas, pero no perdáis de vista el posadero, no nos perdáis de vista.
           Juan Manuel Freire,  I.E.S. “RÍA DEL CARMEN”, 20-VI-2012

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