jueves, 13 de diciembre de 2012


LO QUE NOS DICEN

No sé qué nombre podría dársele a un estado de ánimo que oscile entre el pasmo y la indignación, pero que ignore cómo llamarlo no evita que lo experimente con frecuencia.
   Sin ir más lejos, cuando leo que nuestros jóvenes emigran por afán de aventura. O que se elimina la asistencia sanitaria gratuita a los inmigrantes sin papeles para evitar el turismo sanitario. O que reduciendo el subsidio de paro se fomenta la búsqueda de empleo. O que facilitando el despido (Reforma laboral) se favorecerán nuevas contrataciones. O que con una amnistía fiscal Hacienda recaudará mucho dinero. O que privatizar la sanidad pública no es privatizar la sanidad pública. O que se hable de combatir el fracaso escolar y a la vez se incremente el número de alumnos por aula. O que, o que, o que.
   Si al menos fueran extraterrestres los autores de semejantes declaraciones, aún podría entender que digan lo que dicen. Lo suyo serían, entonces, meteduras de pata fruto del desconocimiento. Como confusiones inocentes, es posible que  hasta nos provocaran la risa.
   Sin embargo, no estamos regidos por alienígenas, aunque en otra galaxia sí que están. Y no quiero decir que vivan en un despiste permanente. Es que en sus vidas no hay  paro, y para colegios ya están los de pago y para hospitales los privados. Ningún banco  llama a su puerta para desahuciarlos, ni se topan con inmigrante desprotegido alguno.
   En su reino, que no es de este mundo, no existen las cuitas que afligen a buena parte de los españoles, que estamos ahí únicamente como números que no acaban de cuadrar. Quizás piensen, entonces, de nosotros como Bernarda Alba, aquel personaje de Federico García Lorca, de los pobres, que, según ella, parece como si estuvieran hechos de otra sustancia.
   Seguramente por eso, además de apalearnos con sus recortes, lleguen a creer que somos burros y que pueden hacernos comulgar con ruedas de molino.

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