jueves, 31 de enero de 2013


HUEVOS AL NEGRITO

Esta es una receta de cocina del tiempo de mis abuelos. Dicen que en la infancia se configura el gusto por determinados sabores, que perdurará de por vida, y a mí me pasa. Los platos que prefiero vienen de esos primeros años, de cuando íbamos a Villapedre, el pueblo materno que en el occidente asturiano nos acogía en los veranos de la niñez.
   Mentiría, sin embargo, si sostuviese que solo lo valoro porque forma parte de mí desde hace tanto tiempo. Aun antes de llevármelo a la boca, ya lo saboreo en la poética de su nombre. Es ese un goce estético, literario, anterior a la degustación, que vendrá después.
   Pero, en espera de ese momento gozoso, pongámonos ya manos a la obra. La bechamel es lo que, en el recargado lenguaje de cualquier chef  de renombre, se llamaría el lecho, o sea, la base que ha de cubrir el fondo de la bandeja (mejor si es de barro).
    A continuación, se cuecen huevos, tantos como se prevé que se comerán, quizás más, por dar ocasión a que algún comensal dado a la glotonería repita. Luego de descascarillados, se les pone de pie. Si es leyenda que Cristóbal Colón lo hizo aplastándoles uno de sus extremos, porque los suyos estaban crudos, nosotros  conseguiremos que se mantengan erguidos rebanándoles transversalmente una punta, y guardaremos el capuchón resultante para después.
   Ya en posición vertical los huevos, pincharemos en su parte superior un palillo, cuidando de que sobresalga. Enseguida insertaremos en él una tira de pimiento rojo, que oficiará de corbata. Encima, y para ser cabeza, ha de ir una anchoa de las enrolladas.
   No quedaría completo el individuo así esculpido si no se le añadiese, sobre la jeta, el sombrero que, como habréis adivinado, es el casquete que habíamos cortado antes y previsoramente, habíamos reservado.
   Dispersamos a estos caballeros sobre la bechamel de la bandeja y antes de servirlos damos ocasión a los invitados a sorprenderse con tan singular estampa. Seguro que algo de pena les dará meterles cuchillo y tenedor. Al menos, hasta que los prueben.

   Ya me diréis.

1 comentario:

  1. Las recetas que has publlicado sin duda son sabrosas, pero lo que es una delicia leer son las historias que las envuelven, las saboreo sin tener el plato delante. mmmm, qué ricas!

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