martes, 23 de diciembre de 2014

“NOS VEMOS ALLÁ ARRIBA”, de Pierre Lemaitre

Qué tendrá esta novela para que le hayan otorgado el premio Goncourt y la hayan leído hasta la fecha medio millón de franceses...
    Albert Maillard y Édouard Pericourt son dos soldados, combatientes en la I Guerra Mundial. Sus dramáticos avatares en una última batalla de la contienda los unirán más allá de la finalización del conflicto. La acción principal, tejida en torno a ellos, cuenta con una trama paralela, protagonizada, a partir de determinado momento, por familiares de Édouard y el siniestro capitán Pradelle.
   A veces, los dos planos se interrelacionan. Y al amparo de ambos surge toda una constelación de individuos secundarios, de paso fugaz en ocasiones, con mayor presencia en otras. A menudo son caracteres cuya pintura se compone de un solo trazo, lo que los reduce un tanto. Esa simplificación, que alcanza su culmen en el retrato del malo, que es malísimo, que peor no puede ser, halla su correlato en los protagonistas principales cuyas actuaciones, en particular en el caso de Albert, se contradicen de cuando en cuando con la naturaleza que se le atribuye. Si la simplificación facilita la lectura (y el despertar de emociones), las actitudes paradójicas llevan al lector a la sorpresa, que tal vez le sirva de incentivo.
  El trasfondo en que ocurren los sucesos se constituye en tema de evidente interés. Asoman un mundo que negocia con el sentimiento de los familiares de las víctimas, o con las mismas víctimas, supercherías sin cuento, una miseria moral que emerge bajo la altisonancia de los discursos patrióticos. Y desfila algún héroe de guerra que si no se mira en los espejos deformantes del callejón del Gato será porque Valle-Inclán todavía no había escrito “Luces de Bohemia”. Como la narración se inspira en un contexto real, tiene esta novela mucho de denuncia y de catarsis colectiva. Y el  lavado de trapos sucios, máxime si afecta a toda una sociedad, atrae como imán.
   Otra cuestión es cómo se va desenvolviendo el argumento. Aunque se disponga en un antes y un después, un desarrollo cronológico en el sucederse de los acontecimientos, la linealidad se rompe al alternar el protagonismo de los personajes, al ir de uno a otro la acción (o el pensamiento, pues el narrador es omnisciente). Ese constante vaivén, que fragmenta la novela en capitulillos de escasas páginas, supone un aliciente más para mantener la atención.
   Caracteriza por lo demás a la fabulación un disparatado discurrir, donde se torna habitual lo inesperado, pleno de intrigas, con un punto de thriller, que no huye de la truculencia o el detalle espeluznante, antes bien, se recrea ocasionalmente en su descripción.
   No suelen gustarme los best-séllers, pero he de reconocer que con frecuencia me atrapan.

No hay comentarios:

Publicar un comentario