domingo, 10 de mayo de 2015

SI YO FUERA AFRICANO…

... o de Siria, o iraquí, es posible que ya estuviera muerto. Quizás de sed, en un desierto que debería atravesar en la búsqueda de un mundo mejor. El viento habría borrado las huellas de mi extravío, bajo la arena yacerían mis huesos igual que los de otros, sería como si nunca hubiera existido. O tal vez el final me aguardaría en alguna ciudad que me saldría al encuentro en el tránsito hacia la Europa soñada, víctima de la clandestinidad y del hambre, o enfermo sin médico ni medicinas. Difícilmente podría escapar, si así no fuera, a los malos tratos de las policías de tantos países como habría de cruzar, ser invisible para las mafias que, en ese camino interminable, secuestran a los miserables para exprimir su miseria.
   Si yo estuviera entre esos desposeídos, no entendería que los gobiernos de Europa se conchabaran para levantar más barreras a mi paso que las que ya habría de sortear. Lo último es que van a hundir los barcos en el norte de África antes de que se embarque, que aumentarán la vigilancia costera. Argumentan que así combatirán a los que trafican con seres humanos y evitarán que tantos perezcan ahogados. Que disuadirán a quienes quieran alcanzar nuestras costas. Pero es tan difícil convencer a nadie de que debe resignarse a que acaben con él y su familia el hambre, la guerra, el ébola, el fanatismo de los otros… Que deben abandonar todo atisbo de esperanza y conformarse con lo que no tienen…
   ¿Qué haríamos nosotros, de ser ellos, si lo que les pasa nos pasara? (Ya sé que hay mucho de retórico en la pregunta, porque ellos son como nosotros).
   



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