miércoles, 16 de marzo de 2016

EL RAPTO DE EUROPA

Podría escribir los versos más tristes esta noche, aun sin ser Neruda, si sólo fuera pena lo que siento y desamor el motivo de esa aflicción.
   Pero ocurre que alienta en estas palabras la indignación, y es la indignidad de nuestros mandatarios lo que las inspira. Han consumado el rapto de Europa, han hecho caso omiso de algunos de sus rasgos de identidad más señalados, peor aún, los han traicionado.
   Lo vi ayer, primero en fotografía, en el periódico; luego la televisión puso el movimiento que le faltaba a la imagen. Era una multitud que atravesaba un río de aguas turbulentas, que a estas alturas del invierno se adivinaban heladoras. Cubría a los adultos el caudal hasta arriba de los muslos; a los niños, más. Los pequeñitos, en brazos de sus padres, atentos a que no se les cayeran o a no caerse ellos, lloraban muy asustados. Estaban pasando de Grecia a Macedonia, por la frontera no les dejaban. Murieron tres, ahogados. A los demás, los interceptaron y, cuando seguramente todavía no se les había secado la ropa, los obligaron a volverse por donde habían venido. Además, detuvieron a periodistas y al menos a una la golpearon. Parece claro que hay cosas que mejor hacerlas sin testigos.
   ¿Qué han hecho los dirigentes europeos de los derechos humanos, del de asilo, del humanitario? ¿Qué han hecho de nosotros?
    Exhortan a los miserables a quedarse en la miseria, ponen letra a la injusticia en sus acuerdos. Pretenden hacernos seres insensibles, robotizados, sin otro espacio para el sentimiento que no sea el del egoísmo. Hablan en nuestro nombre, como si no tuviéramos otra voz que no fuera la suya. Nos suplantan,  pero no somos como ellos, ellos no son nosotros, los que queremos una Europa solidaria y abierta, acogedora.
   Si en su día saludamos el derrumbe del muro de Berlín, ¿cómo no oponerse hoy al levantamiento de nuevas vallas que cierran el paso a estos otros desesperados? Agradecimos el generoso refugio que ofreció Latinoamérica a los exiliados españoles, ¿con qué argumento se les niega ahora asilo a quienes lo buscan, procedentes de atormentadas geografías?

   Tienen un problema los gobernantes europeos, y no son los migrantes. Somos nosotros, muchos de los ciudadanos del Viejo Continente. A ver cómo nos las arreglamos para que lo entiendan.

No hay comentarios:

Publicar un comentario