martes, 22 de marzo de 2016

MISERIA MORAL

En la plaza mayor de Madrid, un grupo de hinchas del PSV (holandeses) lanzan céntimos de euro al suelo y se lo pasan muy bien, contemplando cómo mendigas rumanas los recogen. Incluso las exhortan a hacer flexiones para su mayor divertimento. También queman billetes que antes les muestran. Les hace gracia la ansiedad de las mujeres, que ven, impotentes, cómo las llamas los consumen, fuera de su alcance. Corean estos hooligans eslóganes de repudio contra inmigrantes, “No crucéis la frontera”, vociferan.
   Al poco, en Barcelona, aficionados del Arsenal, llegados del Reino Unido, se burlan de otros indigentes: hacen como que les socorren con limosnas que a renglón seguido les quitan, les arrebatan un sombrero que fingen pasar entre ellos para recoger dinero... todo entre grandes risotadas…
   Roma será el escenario de una acción aún más degradante. A una pobre de pedir, orillada en la calle, le orinan encima dos seguidores del Sparta de Praga (y algunos más  simulan hacerlo).
   Las tres humillaciones fueron grabadas por viandantes, las han reproducido medios de comunicación, amplificado las redes sociales.
   Son actos que no deberían dejarse pasar como si nada. A mí se me ocurre toda una serie de cosas. Me habría gustado que hubiera habido una repulsa general, con increpaciones por parte de los testigos (en Madrid, al menos, un señor les llamó hijos de puta y una señora les hizo una peineta). Detenerlos y mantenerlos en el calabozo mientras se celebraban los partidos respectivos también hubiera sido bueno.
   Y luego que no faltara un juicio rápido, en España o Italia. Yo no pediría que los condenasen a penas de cárcel. Sería mejor que, antes de retornar a sus países respectivos, se viesen obligados a llevar, durante un tiempo, la vida de aquellos a quienes agraviaron. Ponerse en lugar del otro es un sano ejercicio contra la intolerancia, la xenofobia o la prepotencia. Una multa, destinada a auxiliar a quienes se ven obligados a ejercer la mendicidad, completaría mis sugerencias.

   Pero seguro que hay quien tiene más.

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